Cuando enciendes la luz de una oficina, pones en marcha un ascensor o conectas una red de ordenadores en una empresa, estás utilizando instalaciones eléctricas que funcionan con distintos niveles de tensión. La tensión eléctrica, medida en voltios (V), es un factor clave para definir cómo debe diseñarse este tipo de instalaciones.
En este artículo de Nadalux, te explicamos qué es la tensión y cómo se clasifican las instalaciones eléctricas en tres grandes grupos: baja, media y alta tensión, dependiendo de su nivel y aplicación.
¿Qué es la tensión eléctrica?
La tensión eléctrica, también conocida como voltaje, es la magnitud que mide la diferencia de potencial eléctrico entre dos puntos de un circuito. Esta diferencia de potencial es la que impulsa a los electrones a moverse, generando así la corriente eléctrica que alimenta aparatos, sistemas de iluminación, maquinaria y cualquier dispositivo que funcione con electricidad.
La tensión se expresa en voltios (V), y su función principal es garantizar que la energía eléctrica fluya de manera eficiente desde la fuente de generación (como una central o transformador) hasta los puntos de consumo (como viviendas, oficinas o instalaciones industriales). Dependiendo de la aplicación y la cantidad de energía necesaria, las instalaciones eléctricas se diseñan para operar con distintos niveles de tensión.
Clasificación de las instalaciones eléctricas según su tensión
Las instalaciones eléctricas se pueden clasificar según distintos criterios, pero una de las formas más importantes y comunes es según el nivel de tensión con el que operan. Esta clasificación permite determinar el tipo de materiales, medidas de seguridad y técnicas de instalación más adecuadas para cada caso.
En función de la tensión que manejan, las instalaciones eléctricas se dividen en tres grandes grupos:
Instalaciones de Baja Tensión (BT)
Las instalaciones de baja tensión son aquellas que operan con una tensión igual o inferior a 1.000 V en corriente alterna (CA), o 1.500 V en corriente continua (CC). Este tipo de sistemas eléctricos es el más común, ya que se emplea en entornos donde el consumo energético es moderado. Se encuentran habitualmente en viviendas particulares, oficinas, pequeños comercios y otros espacios que no requieren grandes cargas eléctricas.
En España, estas instalaciones están reguladas por el Reglamento Electrotécnico para Baja Tensión (REBT), que establece los requisitos técnicos y de seguridad que deben cumplir los materiales, sistemas de protección, secciones de los conductores y sistemas de puesta a tierra, entre otros aspectos. Aunque se trata de tensiones más seguras comparadas con otros niveles, es esencial que su instalación y mantenimiento sean realizados por profesionales acreditados.
Instalaciones de Media Tensión (MT)
Las instalaciones de media tensión se sitúan en un rango que va aproximadamente de 1.000 V a 36.000 V (1 kV a 36 kV). Están diseñadas para suministrar energía eléctrica a consumidores de media o gran demanda, como pueden ser polígonos industriales, hospitales, centros logísticos, edificios de gran tamaño, estaciones de tren o centros comerciales.
A diferencia de la baja tensión, aquí los sistemas deben estar preparados para manejar mayores cargas eléctricas, lo que implica el uso de equipos específicos, aislamientos reforzados y mayores medidas de seguridad. También están sujetas a una normativa más estricta y controles técnicos más rigurosos.
Instalaciones de Alta Tensión (AT)
Las instalaciones de alta tensión son aquellas que trabajan con tensiones superiores a los 36.000 V (36 kV). Su uso está destinado principalmente al transporte y distribución de energía eléctrica a gran escala, desde las centrales generadoras hasta los puntos de distribución local, donde se reduce el nivel de tensión para el consumo final.
Estas instalaciones son esenciales para el funcionamiento de la red eléctrica nacional. Están presentes en líneas eléctricas de larga distancia, subestaciones transformadoras y plantas de generación eléctrica (como hidroeléctricas, térmicas o solares).
Dado el altísimo nivel de tensión, este tipo de infraestructura requiere equipos altamente especializados, personal técnico cualificado y sistemas de seguridad avanzados para minimizar los riesgos. Además, está sometida a normativas técnicas muy específicas y revisiones constantes para garantizar su correcto funcionamiento.
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